lunes, 13 de julio de 2009

Desarrollo Moral


En términos generales, se puede entender el desarrollo moral de las personas como la capacidad de tener emociones y conductas que reflejen preocupación por los demás; como compartir, ayudar, estimular, mostrar una conducta altruista o tolerancia hacia los demás y voluntad de respetar las normas sociales.

Los niños deberían por tanto, adoptar y comprender lo que distingue una conducta "buena" de una "mala" y desarrollar hábitos de conducta compatibles con lo que perciben como "bueno". Deberían desarrollar intereses, consideración y un sentido de responsabilidad para el bienestar y los derechos de los demás y deberían expresar este interés a través de actos de atención, benevolencia, amabilidad y caridad. Deberían experimentar una reacción emocional negativa, incluyendo vergüenza, culpa, indignación, temor y desprecio ante la violación de normas morales.

Las dos emociones principales que modelan el desarrollo moral son la empatía y la capacidad de amar. Las emociones negativas también son emociones importantes en la edificación del carácter de los niños, tales como el temor al castigo, la angustia respecto a la desaprobación social, la culpa por no cumplir sus propias expectativas y la vergüenza y turbación al ser descubiertos en una conducta inaceptable.

¿Cómo se desarrolla la Empatía?

Los niños que aprenden la capacidad empática tienden a ser menos agresivos y participan en una mayor cantidad de acciones prosociales, tales como ayudar y compartir. Y por lo general logran relaciones más íntimas en sus relaciones sociales adultas.

Empatía emocional: Se observa en el primer año de vida, también se le llama empatía global por la incapacidad del bebé de distinguir entre él mismo y el resto del mundo, interpretando la aflicción de cualquier bebé como propia.

Entre los 1 y los 2 años: los niños tratan en forma intuitiva de reducir la congoja del otro, pero dado que no saben qué hacer, entran en una confusión empática. A medida que sus capacidades y perspectivas cognoscitivas maduran, los niños aprenden cada vez más a reconocer los diferentes signos de congoja emocional y son capaces de combinar su preocupación con conductas adecuadas.

Empatía cognoscitiva: a partir de los 6 años, por lo general el niño ya puede ver las cosas desde la perspectiva de otra persona y actuar en consecuencia. Puede decidir entre acercarse a un amigo desdichado o dejarlo tranquilo. Esta empatía no requiere de comunicación emocional como el llanto, ya que cuenta con modelos internos respecto de cómo puede sentrise una persona en una situación de pena o congoja.

Empatía abstracta: entre los 10 y los 12 años puede extender su empatía más allá de los que conoce u observa. Los niños expresan preocupación por gente que tiene menos ventajas que ellos. Cuando los niños hacen algo acerca de estas diferencias a través de actos caritativos, ya ha alcanzado en forma completa la capacidad de empatía.

Se ha visto que no existen mayores diferencias entre niños y niñas, pero que los niños suelen realizar actividades físicas serviciales como rescates y las niñas son más solidarias desde el punto de vista emocional. No habría relación entre clase social ni el tamaño de la familia, aunque los hermanos mayores suelen mostrarse más serviciales.

Enseñar a decir "la Verdad".

Antes de los 4 años, habitualmente los niños no tienen el desarrollo cognoscitivo ni lingüístico para percibir que existe un vínculo directo entre lo que dicen y lo que hacen. Luego de los 4 años, comprenden que engañar es malo y se preocupan más de contar "la verdad". Los niños que mienten, generalmente lo hacen para evitar castigos, para obtener admiración de sus pares o para obtener algo que quieren. Los adolescentes lo suelen hacer para proteger su intimidad, para poner a prueba la intimidad o evitar una situación incómoda.

Para desarrollar la sinceridad en los niños desde chicos, hay que convertir el tema como un tema de conversación cotidiano en la casa. Leerles cuentos o ver películas que marquen la importancia de la sinceridad y la honestidad. Jugar juegos que impliquen confiar en el otro y siempre tener presentes también las necesidades cambiantes de los niños en relación a resguardar su intimidad.

También poder desarrollar la confianza entre padres e hijos es siempre necesario. Para lograr ésto se sugiere enseñarles el valor de la honestidad a los niños cuando sean pequeños y ser coherentes como padres a medida que ellos crecen (no mintiendo uno tampoco). La comprensión del valor de la sinceridad por parte de los niños se va modificando con los años y a medida que van creciendo, pero en los padres debe permanecer inalterable.
Desde una perspectiva evolutiva, cada emoción humana se ha desarrollado con un propósito; y eliminar las emociones negativas de nuestra comprensión del desarrollo del niño equivaldría a eliminar un color y eliminar también un millón de matices de colores. Las emociones negativas como la vergüenza y la culpa son indudablemente muy poderosas en términos del aprendizaje emocional y el cambio de conducta de las personas.

La vergüenza aparece como una forma de incomodidad extrema que surge cuando los niños sienten que no han actuado de acuerdo con las expectativas de otras personas. La culpa aparece cuando los niños no logran cumplir con sus pautas internalizadas de conducta esperado.
La vergüenza debería ser invocada cuando el niño no ha mostrado reacción emocional alguna después de haber hecho algo de lo que debería avergonzarse. También debería considerársele como una estrategia legítima para el cambio, cuando formas menos drásticas no han resultado. Y luego debe haber un sincero perdón y la reaceptación.

La culpa constituye un motivador moral más poderoso y duradero que la vergüenza. Funciona mejor que cualquier amenaza o temor externos. ¿Cómo utilizarla?:

1. Estableciendo normas coherentes y castigos compatibles cuando se violan las normas. Hay que asegurarse que el niño entienda el efecto que se persigue con la norma y cuál será la consecuencia que implica transgredirla. Los castigos deben ser justos, inmediatos y breves.

2. Cuando los niños de más de 10 años violan normas importantes, hay que pedirles que hagan una lista con sus propios castigos para cada infracción, en acuerdo con los padres. Luego hay que velar -por ejemplo por medio de un tercero- que se apliquen las consecuencias (castigos) acordados.

3. Hay que reaccionar más duramente cuando lo que hizo el niño perjudica a otro. Hay que expresarle los sentimientos propios como padres, al respecto, además del castigo. Si esto perturba o apena al niño, no hay que apurarse a consolarlo, ya que sentirse culpable le ayudará a no ser desconsiderado una próxima vez.

4. Por último, hay que darle mucha importancia a las disculpas, sean orales o escritas.

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