domingo, 27 de septiembre de 2009

Una nueva visión para enseñar ciencias.


Este tema está dedicado a José Manuel, quien preguntaba por los aportes de la neuropsicología para el desarrollo del aprendizaje en la niñez...
La verdad es que existe bastante literatura al respecto, pero entregaré una visión más actualizada al referirme a un reportaje desarrollado en la Revista Scientific American Mind, edición Septiembre-Octubre 2009 (www.scientificamerican.com/mind).

El artículo titulado originalmente "A New Vision for Teaching Science" (cuya traducción libre me permito entregarles) habla de estudios recientes en los campos de la neurociencia y la psicología que sugieren formas de mejorar la educación de materias de ciencias en los colegios de Estados Unidos (que me imagino pueden aplicarse a cualquier país).

El reportaje estima que la calidad de la educación de las materias de ciencias en Estados Unidos -medida con el Programa Internacional de desempeño estudiantil 2006 (PISA por sus siglas en inglés; y programa en el cual también participa Chile junto a otros países por todo el mundo)- sufre una verdadera crisis al encontrarse los resultados de los adolescentes de 15 años, más bajos que otros 28 países de los 57 participantes. Y en matemáticas les fue peor: su rendimiento promedio estuvo bajo 34 países de los 57 evaluados.

Los resultados chilenos son incluso peores, ya el puntaje promedio de los alumnos chilenos evaluados en ciencias nos dejó en el ranking 40 de los 57 países participantes, con mejor resultado eso sí, que cualquier otro país latinoamericano y donde nuestro más proximo seguidor es Uruguay en el lugar 43. Los países "top ten" en este ranking son (y en el mismo orden de 1 a 10): Finlandia, Hong-Kong (China), Canadá, Taipei (China), Estonia, Japón, Nueva Zelandia, Australia, Holanda y Liechtenstein.

Pese a que en Estados Unidos han efectuado reformas educacionales por décadas, según el artículo, los avances vistos en los alumnos sobre todo de "high school" o enseñanza media han sido muy pocos, por lo que dos informes de su Consejo Nacional de Investigación (National Research Council, NRC) ofrecen novedosas estrategias para intentar cambiar esta situación, basados en recientes investigaciones sobre cómo piensan los niños y cómo realizan sus aprendizajes.

Y se han definido 4 objetivos interrelacionados para manejar en forma más práctica la ciencia con los niños:

1. que los estudiantes debieran ser capaces de conocer, usar e interpretar explicaciones científicas sobre el mundo natural,
2. que debieran ser capaces de generar y evaluar explicaciones y evidencias científicas,
3. que debieran ser capaces de entender la naturaleza y el desarrollo del conocimiento científico y;
4. que debieran ser capaces de participar significativamente en actividades y discusiones científicas.

Estos objetivos representan una aproximación a la ciencia como práctica, como un proceso dinámico, ampliamente promovido por los investigadores del rubro. Lo que se plantea es que en la enseñanza de las ciencias, habitualmente se la explica en dos partes: como un método científico paso a paso y como una recolección de hechos. Como resultado, la mayoría de los niños adquiere una visión absolutista de lo que creen es "la verdad" de los hechos y creen que los aprendizajes se obtienen de la pura observación diercta. Y a medida que van creciendo no siempre son capaces de darse cuenta que las ciencias son un ejercicio de construcción y de revisión de teorías. Todos los estudiantes y no solo quienes pretendan seguir una carrera científica, debieran aprender cómo se construye el conocimiento científico, por lo que la literatura científica básica debiera ser obligatoria para cualquiera que prentenda participar a futuro de la sociedad en forma responsable.

Repensando cómo aprenden los niños.

Hasta hace poco los educadores y psicólogos asumían que la edad era la que determinaba la capacidad de aprendizaje. Se pensaba que el pensamiento abstracto tomaba mucho tiempo en desarrollarse, entonces para los cursos de niños más chicos, los profesores solo se enfocaban en la memorización sin darle mayor importancia al entendimiento de las materias. Esta visión limitada de las habilidades cognitivas de los niños se originó en un estudio de 1953 de Jean Piaget, el padre de la psicología infantil; y su colega Bärbel Inhelder opinaba que no había forma de acelerar inicio el pensamiento lógico que en los niños se desarrollaba normalmente a los 12 años.

Sin embargo, investigaciones más recientes han demostrado que los niños sí tienen la capacidad para razonar en forma científica mucho antes de los 12 años. Uno demostró por ejemplo que bajo condiciones adecuadas, los niños pueden adquirir conceptos abstractos tales como el diseño experimental controlado. Incluso antes, a la edad preescolar, los niños observan e interactúan con el mundo alrededor de ellos y comienzan a entender cómo se mueven los objetos o cómo viven los animales, o pueden comprender que las distintas personas tienen distintas ideas y así otros hechos más. En algunos casos inclusos pueden diferenciar causa de efecto, diseñar experimentos y hacer uso de modelos y de símbolos.
Después que los niños entran a la educación primaria (educación básica en Chile) sus habilidades avanzan muy rápidamente. Los profesores antiguamente atribuían este avance sólo al desarrollo cognitivo (ya que tienen periodos de atención más largos y mayor autocontrol de la conducta y mayor velocidad de procesamiento verbal). Pero en investigaciones se ha visto que el progreso de los alumnos es mayor cuando tienen experiencia previa en el tema, como base sobre la que construir el aprendizaje. Y la calidad de estas experiencias previas es la clave, no la edad del niño ni su grado de madurez ni cuán temprano o tarde comenzó su escolaridad.

Estos resultados confirman lo que los teóricos han afirmado hace tiempo: que el alumno aprende mejor un tema cuando tienen algún grado de conocimiento previo como base para construir sobre ello. (Que es el denominado Aprendizaje Significativo). Dadas estas bases o "fundaciones" los profesores pueden construir fácilmente sobre ellas "extensiones". Por ejemplo, si el niño ya tiene conocimientos previos acerca los animales, no le es tan dificil enseñarle sobre el ornitorrinco. Algunas nuevas ideas o conocimientos son tan contrarias a la intuición, que los alumnos se ven impulsados a cambiar completamente su forma de pensar. Los alumnos también debieran desarrollar un sentido de metacognición (darse cuenta de su capacidad de aprender) y notar cuándo su conocimiento surge y varía de lo generado en clases o de teorías científicas. Pero el patrón sigue siendo el mismo: la mejor manera de hacerse experto en algo sigue un camino en espiral, en el cual los alumnos revisan y redefinen contínuamente sus fundamentos conceptuales.

Enseñanza más efectiva.

Basado en estos descubrimientos, los estadounidenses han elaborado una nueva visión de que propone que los profesores de ciencias se avoquen a unos cuantos conceptos básicos nada más, ya que se ha visto que es mejor profundizar constantemente en unos cuantos que tratar de abarcar mucho más en extenso. Y los temas propuestos serían la teoría atómica molecular, la teoría de la evolución, la teoría celular , la fuerza y el movimiento. Y que la idea es que grado a grado los estudiantes fueran profundizando sus conocimientos en estas áreas de modo de adquirir conocimientos detallados en ellas, en forma bien planficada por los que hacen los diseños del currículo escolar.

Básicamente el artículo de la revista mencionada (Scientific American Mind) alude a algunas sugerencias para el sistema educativo en Estados Unidos, que en resumen apuntan a lo que predica el Aprendizaje Significativo mencionado anteriormente. La idea es que los profesores puedan considerar siempre el parendizaje previo de sus alumnos en las materias por verse y que las relacionen con las experiencias de ellos, para que el niño o joven sienta la cercanía y la relación de la materia con sus propias vivencias y de esta manera le sea más fácil de entender y de mantener.

Por tanto, como recomendación final desde mi perspectiva podría agregar que para facilitar ésto, en casa habría que ofrecerle el máximo de experiencias a los niños en todos los ámbitos posibles (contacto con los libros, la música, el arte, la naturaleza, los animales, las distintas personas, etc.) desde chiquititos y no negarles explicaciones o ejemplos cuando ellos pregunten cosas. Hay que aprovechar al máximo su curiosidad natural y espontánea, y si no la manifiestan, los padres debiésemos ingeniárnoslas para despertar en ellos la curiosidad y las ganas de saber... ¡ siempre !


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