jueves, 17 de septiembre de 2009

Y a propósito del "18"... ¡los curados!



Bueno, ¡¡¡ ya se nos vino encima "el Dieciocho" !!! y como buenos chilenos ¡ todos queremos celebrar ! Y a pesar que las fiestas parten hoy oficialmente, seguro que en el país más de alguno ya anda celebrando hace días...
Hace un rato no más en la calle me tocó ver a unos cuantos "curaditos" apenas haciendo equilibrio sobre sus piernas... lo que me deja pensando cómo ven a estos personajes los niños. Creo que es algo esperable encontrarse con borrachines por todas partes en estas fechas, pero ¿qué pasa cuando el borracho es el papá o algún familiar cercano?

Sin duda la experiencia de ver a los hombres y mujeres curados es muy distinta para los niños dependiendo de quien sea el ebrio... cuando son los propios padres o familiares cercanos es normal que al niño inicialmente le de risa (como probablemente le pasara si viera a cualquier borracho haciendo de las suyas), y sobre todo si la misma familia también lo tome como algo chistoso o anecdótico, pero si el incidente se alarga o es repetitivo, seguro que ese niño ya no sentirá la misma gracia inicial y es esperable que desarrolle preocupación, pena y hasta vergüenza ajena por la conducta observada en sus mayores.

No hay que olvidar que para los niños y adolescentes es muy importante sentir que sus padres son figuras "intachables" (aunque los adolescentes quieran renegar de sus orígenes y se rebelen a sus padres), pero aunque no lo manifiesten expresamente, sí les importa lo que éstos hacen. Un papá borracho es tremendo de penoso para cualquier hijo, sobre todo si el borracho se pone violento o agresivo. Genera temor y miedo porque puede agredir, rabia porque hace pasar malos ratos a la familia (sobre todo a la mamá, con quien el niño tenderá a identificarse ante una circunstancia como ésta), y genera mucha molestia porque tal vez se lo debe estar atendiendo o cuidando, quitándole la posibilidad a quien lo cuide de relajarse y pasarlo bien también.

Y aunque socialmente esté aceptado que en las celebraciones del 18 se beba mucho alcohol y se vean borrachos por todos lados, siempre es un espectáculo triste y penoso que lamentablemente se traspasa de generación en generación. Y quienes son padres o madres y cometen estos tontos comportamientos no piensan en que son un muy mal ejemplo para sus hijos, quienes podrían incluso terminar validando estas conductas de sus padres y luego querer repetirlas. Y así se mantiene el círculo vicioso... ¡ literalmente !

Espero que estas reflexiones sirvan para evitar más de algún traspié, que podamos bailar cueca sin caer curados, que podamos comer empanadas y tomar chicha y vino sin caer en excesos y disfrutar sanamente en familia -como corresponde- estas fiestas tan importantes para todos nosotros, los chilenos de corazón.



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