domingo, 29 de julio de 2012
¿Cómo entendemos los adultos el mundo infantil?
Por Claudia Lewin, Psicóloga.
A diario me toca ver cómo los adultos se dirigen a los niños,
por ejemplo, en el supermercado la mamá retando al hijo ante la infaltable
“pataleta”; cuando los papás se encuentran con un amigo le dicen al niño “ya
pues salude con un besito”; cuando los van a buscar al colegio los llevan corriendo
acompañado de la frase “ya pues apúrate” en fin, tantas actitudes que los
adultos producto de la vida agitada ni siquiera nos detenemos a pensar. Claro,
es que somos adultos y como tal funcionamos desde un mundo distinto, nos
encantan los niños bien educados los “viejos chicos” porque medimos las
conductas de los niños en base a nuestros parámetros. A este predominio de la
visión de los adultos por sobre los niños es lo que Barudy llama “cultura
adultista”.
Pues bien, somos hijos de esta crianza adultista en que aprendimos
a comportarnos según las expectativas de éstos, por lo que dichos rasgos saldrán
a flote en algún momento cuando formamos a nuestros hijos. El modelo educativo que asumimos
los adultos no es cuestión de elección, sino que se asocia a las creencias que se tienen sobre el proceso
de crianza - educación y, a las propias vivencias
que se
hayan tenido a lo largo de la vida. Es así cómo la influencia de nuestra
representación
social de infancia, entendida como “el conjunto de creencias
compartidas por la sociedad de lo que significa ser niño” (Ps.Josefina Martínez), determinará la manera
de relacionarnos con los niños.
Así, desde nuestro mundo no nos damos cuenta que los
niños nunca han sido adultos y tenemos apreciaciones que se transforman en prácticas
cotidianas:
1. No consideramos algunas conductas como propias del
momento evolutivo, sino como “defectuosas” que en el extremo nos pueden llevar
a usar sistemas de disciplina autoritarios.
2. Se
idealiza la infancia como un período sin problemas ni preocupaciones en que a
los niños no les afectan las cosas, sin embargo, olvidamos que deben cumplir
tantas exigencias escolares como extracurriculares que quedan sin tiempo para
el ocio, para jugar y divertirse.
3.
Desconocemos las necesidades de los
niños, no tenemos tiempo de escucharlos ni tampoco les damos el espacio de
expresarse y nuestra forma común es decirles “ahora no, estoy ocupado”.
4. En
palabras de Barudy se los “cosifica”, es decir, se les quita su calidad de ser
humano y los tomamos como objetos de nuestra pertenencia incluso, su cuerpo se
ve de público dominio obligándolos a saludar de besos a todos los tíos, o el
típico comentario de papás “mi hijo, lo crío como quiero”.
5. Se
ve a los niños como “cheques a fecha” los valoramos por lo que llegarán a ser
en el futuro y perdemos de vista su presente.
A estas alturas, puede que muchos recién ahora empiecen a
recordar acciones que los identifiquen con lo anterior y, que probablemente
desconocían. Entonces, ¿cómo poder revertir estas ideas que nos fueron
traspasadas generacionalmente?
- Reconoce a los niños como personas dignas de respeto y
trátalos bien.
- Visualízalos como personas en desarrollo y no como “adultos
chicos”, ellos son diferentes a nosotros.
- Atiende sus
necesidades e inquietudes actuales considerándolas
como importantes y no como “mini problemas”.
- Acoge y
respeta sus emociones tanto positivas (alegrías) como negativas (rabias, penas)
, así estarás sintonizando emotivamente con él.
- Reconoce sus
esfuerzos y fortalezas.
Ayúdalo a reconocer sus emociones, eso se llama “Alfabetizar Emociones” (N. Milicic).
Ayúdalo a reconocer sus emociones, eso se llama “Alfabetizar Emociones” (N. Milicic).
- Plantea límites flexibles ajustados a la edad, en forma clara
y en positivo.
- Permítele tiempo para jugar.
- Conéctate con tu propia infancia, eso te ayudará a empatizar
con el niño.
(Recomiendo el libro :
“ Recuperar
el niño interior ” de C. G. Jung y otros )
Tenemos un
gran desafío: salir del paradigma Adultista, no es una tarea simple, pero si
miramos el mundo infantil desde la óptica de los niños podremos entenderlos de
mejor manera.
Sólo detente un momento y reflexiona:
¿Qué tipo de conductas
estoy desarrollando en mis hijos a partir de mis actitudes?
Claudia Lewin Delbene
Psicóloga Infanto- juvenil
Diplomada en Psicología escolar
y en Abordaje de la violencia
celular:
9-5170474
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